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¿Te has preguntado alguna vez por qué en español decimos buenos días,
buenas tardes y buenas noches, así, en plural?
Es algo absolutamente específico de nuestro idioma, algo único.
En el resto de lenguas romances (aquellas que como el castellano derivan del latín)
los saludos se realizan siempre en singular,
nunca en plural: buen día, buena tarde, buena noche.
Los ingleses se saludan por la mañana con un good morning,
los italianos se levantan con un buon giorno,
los portugueses y brasileños con un bom dia,
los franceses con un bonjour…
Todos emplean el singular y equivalen en castellano
a un único y lacónico "buen día". Hasta en alemán,
un idioma de origen germánico,
se escucha guten morgen,
también en singular.
Aseguran que los saludos en castellano se construyen
en plural por analogía con las horas canónicas
(la división del tiempo en siete partes empleada durante
la Edad Media en la mayoría de las zonas cristianas de Europa,
y que seguía el ritmo de los rezos religiosos de los monasterios),
que utilizan ese número gramatical.
Así, se habla de 'maitines' (antes del amanecer), de 'laudes'
(al amanecer), de 'vísperas' (tras la puesta del sol), etc.
Y por ese mismo motivo se darían los 'buenos días',
las 'buenas tardes' y las 'buenas noches'.
Sin embargo, por contagio fundamentalmente del inglés,
cada vez se oye más "buen día".
Pero, ¿por qué ser tacaño y desear sólo un buen día
cuando se pueden desear muchos, muchos buenos días?
¿Y por qué renunciar a algo que además de ser generoso
hace al español tan especial?
Que tengan muy buenoS díaS. O muy buenaS tardeS.
O muy buenaS nocheS. A elegir.
Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡ӜƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ